El título no es mío, es de un comentario que leí de una diseñadora americana Carol Atkins. En su escrito describía cómo y en quién invertía su tiempo, con el fin de sacarle el mayor partido. Para algunos una forma de ver la vida, para otros una americanada y para muchos que se han educado en los últimos 30 años una rayada. ¿Está rayado alguien que propone la excelencia como objetivo personal y profesional? Creo que no, aunque tal vez necesite alguna adaptación a nuestra forma de ver las cosas.
La idea del artículo surgía el otro día cuando contestaba a un email pidiendo trabajo, de una persona que tiene el potencial para conseguir cosas interesantes, podría destacar poco o mucho de la media si se lo propusiera, pero por lo que he compartido y se de él las posibilidades son remotas. Y esto es algo que me ocurre con muchísima frecuencia. Me encuentro con personas que se lamentan de su destino, de su situación, de la falta de oportunidades, cuando, en la mayoría de los casos, son miembros de pleno derecho de la generación del conocimiento. Por edad no se me puede englobar entre los nativos digitales, aunque llevar más de 30 años en contacto con estos maravillosos aparatos, me dé una visión bastante amplia.
Y es que todo lo relacionado con la digital y con nuestra forma de hacer, me preocupa y mucho, como padre, como miembro de esta sociedad -que quiere ser parte de la solución, que no espera que otros le resuelvan los problemas- y como empresario. Porque aunque la ciudadanía tiene una visión un tanto peculiar del empresariado, lo cierto es que para poner en marcha un proyecto, como lo hacen la mayoría, con más ilusión y ganas que recursos, hace falta estar hecho de una fibra especial. Por eso hace unos años empecé a darle vueltas con otros amigos, a crear cosas que pudieran ayudar a las personas a encajar las piezas, para salir adelante por su cuenta, sin esperar al día que llueva el maná, y como primera piedra creamos happymente.com. Como el propósito de este post no es la publicidad, aunque no lo parezca, al que le interese saber más puede darse un paseo. Solo mencionar la declaración fundacional: «Suéñalo. Créelo. Hazlo.» Creo que no hace falta explicar mucho más.
Por eso creo es fundamental que todo el mundo sepa, pero especialmente los más jóvenes, que nunca ha habido más oportunidades para dejar su huella. Sí así en mayúsculas, nunca antes tantas personas están accediendo a las ventajas y las posibilidades de la economía del primer mundo desde lugares tan alejados. Cuánta gente interesante hay en Youtube; cuánto genio por blogs de todo tipo y color; cuántos proyectos interesantes… ¿Por qué los españoles no? Pienso que tenemos las mismas posibilidades que los demás, con unas cuantas ventajas y solo dos barreras que debemos superar: la cultural y la idiomática.
La del idioma está claro: hay que desenvolverse en inglés lo mejor posible. Y si además lo haces en otros idiomas tus posibilidades crecen notablemente. Que hoy tengas un nivel decente de alemán o chino por ejemplo te sitúa en una liga diferente. Y sí, está claro que los españoles no tenemos una gran facilidad para los idiomas, salvo excepciones o en ciertas comunidades, pero como todos, podemos aprender. Las series de TV ayudan mucho y es divertido. Una buena forma de justificar y aprovechar las horas delante del televisor.
En lo cultural el tema es un poquito más complejo. Por un lado esa creatividad que nos ha permitido superar tantas etapas difíciles en nuestra historia, está ahí. La crisis ha sido un fantástico acicate para muchos, pero si eres de los que te lamentas por que no funcionan tu pareja, tu futuro, tu país… Y estás ahí esperando, no tengo buenas noticias, igual que la barriguita no desaparece sin darle a los abdominales, tu vida seguirá en la misma línea, sin una buena dosis de esfuerzo. Y ésta si es una barrera notable a superar, porque nuestro nivel de autoexigencia es bastante menor que en otras culturas. Vale que hay diferentes niveles de responsabilidad, sí, los políticos o los banqueros tienen lo suyo, pero ellos no van a cambiar si nadie les obliga, y para eso es importante empezar por mirarse a uno mismo.
En los temas de Internet, de la economía digital, de la sociedad de la información, no hay barreras, no hay límites, podemos hacer cosas increíbles con relativamente pocos medios, por eso no podemos compararnos solo con nuestros vecinos. Imaginación la hay a raudales por todos lados y gente creando con medios aún más reducidos, aunque te cueste creerlo. Nuestros competidores están por todo el mundo. Si se vende conocimiento, cualquiera con un smartphone, una cabeza y dos manos, tiene todo lo necesario. Podría prescindirse incluso de lo último. Así que sí, la competencia va a ser dura, pero una recompensa de varios miles de euros al mes, para personas que aspiran a ganar 800 ó 1000 euros, creo que no está mal. Si lo pueden hacer señoritas y señoritos de Ucrania, Rumania, India o Vietnam, estoy absolutamente convencido de que tu también. Dejar tu huella, incluso a nivel global, es solo cuestión de tener algo que decir y querer hacerlo.
¿Y solo con eso ya puedo conseguir lo que quiera? Obviamente tendrás que añadir algún conocimiento o habilidad específico. La lista de cosas que puedes hacer sería larguísima y crece cada día. Puedes trabajar en las áreas creativas, de imagen, escribir, traducir, programar o hacer millones de cosas. ¿Cuál es el límite? Ofrecer algo que tenga traducción a un soporte de unos y ceros, que se pueda enviar o descargar desde cualquier cacharrito digital. A no ser que seas fontanero, albañil o panadero ¿seguro que no tienes nada que ofrecer? Y aún perteneciendo a alguna de esas profesiones, más «tradicionales», hasta en ese caso, tu conocimiento y experiencia podría tener un lugar importante en esta nueva economía. Todos tenemos un sitio en la Sociedad Digital. Solo hace falta ser bueno en lo que haces, al menos mejor que la media y aspirar a esa excelencia. Te aseguro que es más fácil de lo que parece.
Publicado originalmente en Baquía