Alimentos, prótesis, maquetas, juguetes, murales, partes de aviones, accesorios y hasta tejido vivo son algunas de las millones de cosas que se pueden crear mediante la impresión 3D. Aunque el término es nuevo para muchos, ya en 1986 el ingeniero físico Charles W. Hull había inventado la primera impresora 3D que el mundo conoció. Pero fue sólo hasta hace unos años que empezó a popularizarse su uso, haciéndolo en el campo científico e industrial.
Grandes compañías como Airbus, Boeing, Nike, Ford y Organovo han apostado por incluir en su línea de producción partes creadas por impresoras 3D, en el caso de Airbus y Boeing es tal el avance que no cabe duda de la eficacia y la perfección lograda por estas máquinas. Si miramos 20 años hacia el futuro podríamos pensar que estamos dando el primer paso hacia la siguiente revolución industrial. Y no es para menos, una impresora 3D básicamente puede crear lo que queramos, en tiempo record, sin infraestructura, sin procesos, sin compañías. Si alguien tiene el poder económico para obtener una impresora 3D, puede crear el plato que se había roto de su vajilla, puede vender sus servicios o prestarla a sus vecinos. La oferta se hará creciente a medida que la investigación e innovación avancen y las empresas, tiendas o personas naturales las demanden, este proceso, en teoría, hará que los precios bajen y sean más asequibles. Si la Revolución Industrial que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII se define como “el proceso de transformación económico, social y tecnológico”, entonces estamos a puertas de una gran transformación económica, social y tecnológica, pero que tal vez acabe con la industria como la conocemos.
Si en 30 años tienes en casa una impresora 3D que puede crear papel, accesorios o hacer hamburguesas ¿Qué pasará con quienes se dedican a hacer papel, accesorios y hamburguesas? Vamos más lejos, si una agencia tiene una impresora 3D y puede crear la parte que le falta a tu auto, y además puedes personalizarla, la competencia para las compañías de autos será enorme. Habrá todo un reto para que las grandes industrias puedan sobrevivir en el mercado y adaptarse a él ¿A cambio de qué? No importa, ya estamos en la era de la impresión 3D, y muchas compañías ya dieron el primer paso. Amazon, por ejemplo, acaba de abrir una tienda en línea de productos impresos en 3D que puedes personalizar.
A grandes rasgos la vista hacia el futuro puede ser desastrosa, pero empecemos en donde es posible que se dé un significativo cambio, en los países emergentes. Situémonos en Colombia, un país con una economía creciente, que exporta productos como el petróleo, carbón, níquel y cobre, y que importa otros desde muchas partes del mundo como Alemania y Brasil, pero sobretodo de China, que acapara el 17,4% del total de las importaciones de Colombia, siendo el segundo después de Estados Unidos, que tiene un 30.9%, con el que se lleva a cabo una dinámica actividad comercial.
China atiborra el mercado informal en Colombia, puedes encontrar fieles copias de los últimos modelos de Nike, y una amplia gama de smartphones que no tienen nada de diferente a los de Samsung, llantas, partes de autos y un sin número de productos que aunque podrían fabricarse en el país sudamericano, es menos costoso importarlo desde China, porque su oferta es monumental gracias a la gran mano de obra que poseen, y por ende los precios son extremadamente bajos.
Imaginen que es el 2030, a la velocidad que crecen los países emergentes podría ser antes; y que en Colombia se instala masivamente el uso de impresoras 3D, se abre un mercado para estas máquinas y las mismas le abren mercado a otros productos. Ahora la producción es más eficiente en la industria de llantas y los costos son bajos además de que Colombia es rico en diversas materias primas. Nacen nuevas empresas con líneas de producción basadas en la impresión 3D, y paulatinamente la balanza comercial se inclina a favor de Colombia disminuyendo el déficit que se presentaba con China, que en 2014 ascendía a los US$1.579,4 millones. Colombia gana el terreno que le había cedido a los asiáticos, ya no hay que esperar a que un contendor lleno de repuestos para autos recorra el océano pacifico porque Colombia tiene la capacidad para producirlos.
Si el mercado progresa de esta forma en todos los países emergentes que tienen relaciones comerciales con China a tal punto de reducir cada vez más sus importaciones desde éste ¿Qué pasará con el tigre asiático? Esto sin nombrar que las previsiones del Banco Mundial para el 2030 sitúan a China con menos población, la que existe hoy envejecerá y la restricción por natalidad que se empleó en 2008, “Política de hijo único”, reducirá considerablemente el modelo de crecimiento demográfico, que es lo que básicamente sostiene su economía. La respuesta por ahora no es muy alentadora para los chinos y la coyuntura económica para entonces aún es incierta, sin embargo sería un riesgo no diseñar medidas a largo plazo.
La forma en la que la industria produce cambiará, es un hecho, si ya los procesos de producción se reducen a algunos robots, en algunos años todo puede ser reemplazado por unos pocos, o uno solo; lo que sobreviva de la industria tendrá que ser demasiado eficaz para que pueda competir en el mercado, si el pilar de la base económica de China es la gigantesca mano de obra, una sola impresora 3D puede reemplazar toda una línea de manufacturación ¿Quién será el gigante en el futuro si puedes tener una impresora 3D en casa y crear tu propio negocio? Aún es muy temprano para postular hipótesis, pero una consecuencia colateral de este panorama podría poner al planeta en un grave problema de contaminación si no se controla la gran producción que puede llegar a darse.