Competición digital: Europa vs EEUU

Hoy reflexionaba sobre lo digital en un comentario en El Blog Salmón. Llevo mucho tiempo dándole vueltas a estos temas, algunas décadas de hecho, saber porqué funcionan aquí en España o en Europa las cosas que lo hacen y en otros sitios, como en Estados Unidos otras diferentes, y en este asunto, creo, es un tema de mentalidad.

No creo que en Europa veamos los negocios, ni el trabajo, por tanto tampoco el emprendimiento, ni la inversión, como se hace en EEUU. Eso ya sería determinante, porque aquí se crearían negocios locales, pequeños, con excesivos vínculos con la administración u otras industrias existentes, nos colocamos a la sombra de algún árbol para que nos cobije la confortable sombra de lo conocido, de lo manejable. A más dinero, mayores son la sombra y los vínculos. 

Allá, en los EEUU, dos pirados, jovencísimos -lógicamente inconscientes, ¿por qué no va a poder hacerse?-, dicen me pongo con esto porque me apetece. Ni siquiera tienen que ver un negocio tras ello, mucho menos global, es que a veces ni local, no lo había tras Facebook o Google. El primero lo crearon poco menos que para vacilar con las churris o con los churros, sí luego le han dado el toque épico, pero no había mucho más. En el caso de Google, si en Yahoo hubieran sido más listos, lo hubieran comprado por un par de millones cuando ya estaba en marcha. Es una exageración, pero no va muy descaminada. Ellos a lo suyo: ponen la pelota a rodar, en un momento dado se dan cuenta de que el pasatiempo, su idea, tiene posibilidades. Cuando son conscientes de las implicaciones, se lo cuentan a un par de tipos y en cuestión de días o como mucho semanas, consiguen dinero suficiente para testar ese modelo y dar el siguiente paso, a otra escala algo mayor. Será después, cuando han comprobado que tiene sentido ese prototipo, que van a por la dominación nacional o mundial de una industria. Al principio no tienen objetivos tan ambiciosos, normalmente se adaptan a las reglas del juego que ellos mismos van creando y, cuando llegan al punto adecuado, consiguen que gente con cientos o miles de millones de dólares les apoyen. Creo que solamente por esa razón Europa ya no tendría ninguna posibilidad en el juego. Porque todos deberíamos cambiar el chip, y sabiendo como se mueven las sociedades y quienes las dirigen, eso no parece probable que suceda.

Aunque hay otro elemento, bajo mi punto de vista determinante: la asimilación de lo digital. Decía el articulista: "A raíz de este cambio de enfoque, lo que se inició como un cuasi-experimento universitario de mera interconexión, de cuya importancia estratégica sólo eran conscientes unas pocas mentes visionarias en el planeta, pasó a popularizarse". DARPA la que financió esa red en buena medida, siempre ha estado detrás de todo esto. Tal vez no haya un plan demasiado concreto al principio, tienen dinero suficiente para probar con alguna chaladura, pero nuevamente se trata de investigación, de explorar posibilidades, aunque claro que son conscientes de la importancia estratégica de una red descentralizada, que no deje a los centros de mando desconectados en caso de un ataque enemigo o del GPS o de tantas otras cosas. No tengo ninguna duda de que saben lo que hacen, lo comprenden perfectamente desde hace medio siglo. Y se ven acompañados por una una sociedad que se sube al carro de lo digital, lo abrazan como posesos en los años 70 y 80. Solo hay que ver la trayectoria de Apple o Microsoft. Pero es que si leías un Computer Shopper, revista de ordenadores, un tocho tipo páginas amarillas ¡pero mensual! con decenas de páginas de anuncios minúsculos, ahí ya se estaba escribiendo todo lo que está sucediendo hoy, de alguna forma. Y por si eso no era suficiente, señores como Kurzweil o Negroponte nos explicaron de que iba a ir todo eso de lo digital, desde hace más de 20 años.

Esa falta de comprensión de lo digital de una parte importante de la sociedad es lo que ha llevado a que, a principios de este año en Davos, den un toque de atención a los mandases de los negocios, la industria y los políticos y les digan: Eh! que todo esto va a cambiar en los próximos 3 o 4 años. Y los de los bancos acongojados, porque no saben por donde les va a llegar la próxima.

Todo está cambiando desde hace tiempo y el desencadenante último fue un cacharrito por el que muchos no daban dos duros: el iPhone. Llevar un ordenador e Internet en el bolsillo nos ha traído hasta aquí. Miles de millones de personas que hubieran tardado, probablemente, varios lustros en hacerse con un ordenador, incluso décadas, de repente contaban con uno gracias a la popularización de la telefonía móvil por empresas como Samsung y todos los fabricantes chinos, que popularizaron el concepto de Apple. Y son estos usuarios los que están reinventando todo, por la forma en que lo utilizan cada día. Algunos simplemente están pendientes: anda mira lo que hacen estos dos, una oportunidad, vamos a aprovecharla y crear algo que resuelva esa necesidad. Y puede ser Pinterest, Snapchat o Pokemon Go.

No entendemos lo digital, no somos conscientes de las gigantescas implicaciones que tiene. Por mucho que algunos organismos como Hacienda estén informatizados hace lustros, ves los procedimientos de la administración y parece que los ha diseñado un ingeniero soviético hasta arriba de vodka y grifa. Los bancos llevan también un par de decenios en esto y tienen que venir cuatro chalaos para ponerles el tinglado patas arriba, porque no son capaces de evolucionar. A La Caixa, uno de los adelantados del sector, le cuesta moverse lo que no está escrito: soluciones de pago que ofrece cualquier empresa americana desde hace más de 10 años, y que esta entidad no puede, no quiere o no considera importante ofrecer. Y el camino se lo mostró Apple: crea una plataforma para que la gente piense nuevas formas y dales libertad para que las haga, que se invente como quiere cobrar, pagar o intercambiar dinero. Sé la autopista, no el guardia.

Y si esto es así para el común de los mortales, ahora vete y le dices a Doña Julia, la tendera de la esquina, o a Don Manuel, con su empresa de mecanizados que tanto le ha costado sacar adelante, que el futuro se nos ha echado encima, que tienen que invertir en cosas que no entienden. Que son incapaces de unir los puntos, que deben apostar por unas redes sociales donde es casi imposible que haya un retorno directo de cualquier inversión, pero que si ellos no están, son otros los que van a dirigir la conversación sobre su empresa, lo que se dice de ella. Que si no inventan la forma de encajar todas esas piezas, de pasar de su negocio pequeño o local a algo más, no podrán continuar en la competición. Pueden mantener su especialización y su carácter, pero deben dar el paso hacia algo más eficiente, más amplio. Y eso a menudo deben lograrlo apostando por un experto de todo a cien y luego por otro que les dice que lo del community management es lo más de lo más, ayer, y que mañana será otra cosa. Confuso, demasiado, para personas que bastante tienen con mantener su negocio.

Luego ves a los equipos y te das cuenta de que es muy difícil progresar, van con la lengua fuera. La gente no cobra lo suficiente, porque los clientes no pagan lo que toca, porque no ingresan lo necesario. La pescadilla infernal que se muerde la cola. Y en esos equipos ves que personas con muy buenos mimbres se queman, porque sus trabajos no dan más de sí. En realidad sí, demasiado, son ellos los que no pueden mantener el ritmo. Y saltan de master en master a la búsqueda de un santo grial que no existe. El que consiga meter la cabeza en una empresa de posibles, se quedará ahí para los restos, sean estos los que sean. Y ellos son los profesionales, los que deberían estar al día constantemente, porque dependemos de ellos para diseñar el presente y el futuro, pero… Esto es España, cobro poco, estoy desmotivado, he tenido que dejarme las pestañas en tres trabajos diferentes desde que me licencié, estoy supermayor, he cumplido 35, y creo que es el momento de hacer algo diferente con mi vida, algo que sea menos demandante y menos estresante. Los que podrían intentar unir los puntos se bajan del tren, porque aunque dominan la tecnología, no entienden los negocios, ni la realidad de una sociedad que es mucho más compleja de lo que parece.

Solo una observación más para comprender porque la competencia de Europa y Estados Unidos es poco probable. Cualquier cosa que se crea en EEUU tiene un mercado de 300 millones de personas, con un poder adquisitivo notable, consumistas hasta decir basta, que hablan un solo idioma básicamente, y con un nivel de regulación a años luz del de aquí, salvo algunos de sus estados a la "europea". Solo esto haría muy difícil la competencia. Si además le sumamos las ventajas de su ecosistema empresarial y emprendedor, ya solo en este punto tendría que haber un cambio muy profundo en la sociedad e instituciones europeas, que en estas condiciones no puede darse. Y el caso es que tenemos casi todo lo necesario para que suceda.

Lo del idioma no tiene arreglo, somos viejos, llevamos siglos hablando nuestras lenguas, y lo de España es caso aparte. Pero no veo como Europa va a autodesregularse, sería como ir en contra del ADN de esas instituciones que hemos creado. Haría falta homogeneizar normas, eliminar unas cuantas, facilitar el comercio entre nosotros -por ejemplo lo del IVA del comercio electrónico intracomunitario es para quitarle la idea a cualquiera que tenga intención de poner una tienda online exportadora- y que alguien liderase el cambio desde Europa, en contra de todos esos políticos locales que no ven más allá de la próxima cita electoral.

Ultimamente me ha dado por pensar que es algo que puede hacer un país por si solo. ¿Por qué no España? Solo hace falta un partido que convenza a la ciudadania que es posible estar entre los ganadores. Aunque va a tocar currar mucho: sangre, sudor y lágrimas. Más, lo sé.

El mundo digital es una realidad a la que debes sumarte

En apenas unos meses, lo que va de este año, parece que los medios, las organizaciones, al fin se conciencian de las implicaciones del cambio digital. En la cumbre de Davos se anunció que habrá menos empresas y menos trabajo, Google nos contó que no le interesa tanto el historial académico de sus candidatos, como ciertas habilidades: la capacidad de aprender, de trabajar en equipo y, sobre todo, la de resolver problemas. Famosas consultoras anunciaban encuestas entre miles de directivos donde se indicaba su preocupación por un cambio que está ahí y que no comprenden. Y esto va a ir aún más rápido, llevo anunciándolo desde hace años y creo que esta suerte de tormenta perfecta que puede darle la vuelta al mundo que conocemos, es una increíble oportunidad para individuos, empresas y países. Para los que se pongan las pilas por supuesto.

Hace un par de años creamos El Negocio Digital para contar de qué forma afectaban todas estas cosas a las empresas, conocer la opinión de otros y descubrir nuevas vías de negocio y crecimiento. Hoy ese objetivo es aún más importante, casi apremiante, porque los triunfadores de esta batalla serán menos de los que se pensaba. No porque no tengamgos la capacidad de hacerlo, sencillamente porque ya han pasado algunos años y las reacciones siguen siendo lentas, de incredulidad, como si lo que está sucediendo no fuera real. Y lo es, está pasando.

Aunque temas como la inteligencia artifical (AI en inglés) o la robotización están constantemente en boca de todos, sucede que medios tan importantes como El País no son capaces de llamar a las cosas por su nombre: esto no es una revolución industrial, es digital, del conocimiento. Y si no se entiende esto, las consecuencias van a ser serias.

Existe algo llamado AI, porque sus fundamentos son digitales, con engranajes o relés, esto no hubiera ido mucho más lejos. Todo lo que vemos avanzar en el mundo: nanotecnología, robótica, la salud, la alimentación, se está haciendo con ceros y unos. Todo es digital, los libros, la música, el cine, la televisión, la forma en que nos comunicamos… Y cuando el mundo es digital todo puede ser procesado por un ordenador.

Y los ordenadores son más potentes, cada vez más rápidos, capaces de hacer más tareas en menos tiempo, en escalas que son difíciles de imaginar. Kurzweil predijo hace casi 20 años un ordenador con la capacidad de procesamiento del cerebro humano, para 2019. Y eso aún no es inteligencia "tan solo" capacidad de proceso, la de un cerebro humano, que no es poca cosa. Pero un ordenador con capacidad humana, a nivel de resolver prácticamente cualquier problema, estará con nosotros probablemente en la próxima década. Piensa por un momento en todo lo que está sucediendo sin todos esos recursos de proceso e inteligencia, ¿qué sucederá cuando sean más rápidos y competentes para resolver problemas por sí mismos?

Después, en un punto que en su momento situó entre 2030 y 2050, alcanzaremos la Singularidad: las máquinas serán capaces de mejorarse a sí mismas y superar a los humanos. De muchas maneras, a un nivel más limitado eso va a ocurrir mucho antes, de hecho ya está sucediendo, ya existe software capaz de aprender y automerjorarse aunque de modo aún rudimentario. Pon tu imaginación en marcha, de nuevo piensa en dónde estamos, lo que anuncio que sucederá ¿eres capaz de pensar de qué serán capaces esas máquinas?

Google apuesta por la Inteligencia Artifical. Y Facebook, y Microsoft y… muchos otros. En estos próximos años vamos a ver cosas asombrosas en ese terreno:la robótica será algo habitual en nuestros hogares. Antes de 2025 tendremos robots humanoides en nuestras casas, atendiéndonos, cuidándonos, haciéndonos compañía, formándonos. Limpiar la casa como un humano, ocuparse de todas las tareas del hogar les llevará un poco más de tiempo, pero ocurrirá con bastante seguridad antes de 2030.

La interrelación de todos los elementos presentes en estas tecnologías, la disponibilidad de cantidades ingentes de información, la capacidad para procesar todo más rápido, retroalimenta constantemente al sistema. Nuevos creadores, empresas o individuos, proveen a la máquina digital planetaria para crear todo lo que nos han anunciado y mucho más. Llevamos años comunicándonos de otras formas, dejando de consumir libros o televisión al estilo tradicional, cambiando la manera en que hacemos negocios, ya está ocurriendo cuando compramos. Así que da igual que ocurra en la fecha indicada o después, lo cierto es que casi todo lo anunciado por Kurzweil ya está aquí, además de otras cosas que ni imaginaban esos futurólogos, así que es mejor unirse a este movimiento y hacerlo cuanto antes. ¿No crees?

Cómo empezó la piratería musical, y cómo solucionarla.

"La industria del disco rehusó invertir en el futuro de la distribución de música, así que un puñado de adolescentes la crearon en su lugar. Seguro que algunos de esos adolescentes eran ideológicamente altruistas, pero otros estaban en ello por la excitación."

Así es como plantea Stephen Witt su versión de cómo empezó la piratería en esta interesante entrevista de El Confidencial. La historia de Witt es una de más de las muchas versiones de como llegamos al punto actual, pero la esencia en esa frase anterior: ocurrió porque se daban las condiciones. Punto. Sin más vueltas ni interpretaciones. Los más jóvenes empezaron a copiar CDs muy pronto, a piratearlos,  ya que no era como copiar las cintas de casete, en este formato la calidad era idéntica.

La llegada del MP3 trajo consigo la posibilidad de tener música de una buena calidad en un CD o un disco duro, en el que se podían almacenar miles de canciones en el espacio en el que antes entraban unas pocas decenas. Las ventajas eran enormes: inmediatez, posibilidad de descargar y compartir, una calidad aceptable… Si a ello le sumamos el hecho de que la industria no se enteró de qué iba todo aquello, de hecho parece que ni ahora lo hace, entonces se daban las condiciones para que la tormenta perfecta amenazara en el horizonte. En unos pocos años la industria de la música, la de los contenidos en general cambió completamente.

20 años despues algo ha cambiado, tenemos Netflix o Spotify, pero la industria en lugar de hacer de todo esto un gigantesco negocio para ellos, en la que intermediarios como los mencionados tengan el mínimo peso posible, continúa intentando torcerle la mano a los consumidores. No es posible y hay pocas probabilidades de que lo sea.

No debería haber ningún intermediario entre la industria musical, el cine, la televisión y los consumidores. Estos podrían ser los distribuidores, los organizadores de la información, y los beneficiados por hacerlo. En realidad casi no hace falta que la industria cuente con una gigantesca plataforma tecnológica: con que piensen en una fórmula para que los usuarios se autoregulen, que publiquen lo que quieran y de la forma que les apetezca siguiendo unas normas muy básicas, y que acudan periódicamente a liquidar una parte de los ingresos obtenidos. Que solo piensen en ello, nada más y que pongan las canciones a 5 céntimos, seguro que es más de lo que les ofrece Spotify, y así faciliten la forma de crear emisiones en streaming pagando cuotas muy bajas, y dejen que millones de personas creen servicios que producirán un renacimiento de la música tal y como la conocemos. Los gigantes de la distribución no tendrán más remedio que adaptarse o morir y una buena parte del dinero irá a las manos de los creadores, que son los que mayor tajada deberían de sacar.

 

PLD Space vs SpaceX

PLD Space es una empresa atípica, por lo que hace y desde dónde: construyen cohetes en España. Construir cohetes no es como hacer camisetas, sin desmerecer a los artistas del diseño, requiere más conocimiento y altamente especializado. Para hacerlo como plantean sus fundadores debe tener un enfoque novedoso: fabricar cohetes reutilizables que pongan en órbita microsatélites.

Raúl Torres, CEO de PLD Space, es un personaje fascinante. Al modo que lo pueda ser un Bill Gates o Mark Zuckerberg: tipos aparentemente de lo más corrientes. Normales en un grado tal que cuando los escuchas, aún se valora más la genialidad que hay tras las ideas, aparentemente simples, de estos personajes. Raúl quería hacer cohetes y lo tenía tan claro que con una ingeniería aeroespacial, por la Universidad Politécnica de Valencia, y 24 años crea PLD Space en Elche, con su socio Raúl Verdú.

La empresa creada por Raúl ha desarrollado el motor del cohete, ha construido una instalación para pruebas, en el aeropuerto de Albacete, y planean lanzar su primer carga comercial en 2018 desde Huelva. Todo esto dicho de esta forma parece cualquier cosa, pero lo cierto es que muy pocos lo han intentado en el mundo, menos aún en Europa y solo un puñado los que lo han logrado. El único caso en España que llegó a realizar algún lanzamiento es el del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), que tiene su sede en Torrejón de Ardoz.

Aunque el INTA tiene una larga relación con los cohetes, hasta 1969 no lanzó el INTA-255, capaz de colocar 15kg a 150km de altura. Fue seguido en 1981 por un modelo de dos etapas, el INTA-300, que podía colocar a 300km de altura 50kg de carga. El Capricornio es el que concluye esta saga, un cohete de tres etapas que hubiera sido capaz de situar cargas de 50kg a 600km de altura, el proyecto se canceló en 2000.

Si comparamos a PLD Space con SpaceX, el monstruo que puso en marcha Elon Musk en 2002, son jugadores de dos ligas diferentes. Es como la anécdota aquella de que la NASA invirtió millones de dólares para desarrollar un bolígrafo que escribiese en cualquier circunstancia y los rusos enviaron a sus astronautas con un lápiz al espacio. ¿Dónde meterían las virutas de sacarle punta o tal vez sería un portaminas?

Los cohetes de Space X son muy americanos en este sentido: aterrizan en una plataforma marina utilizando sus cohetes, mientras que los de PLD Space vuelven a casa gracias a un parapente. De nuevo la imaginación para solucionar la falta de recursos.

Como dice Raúl Torres "El antiguo espacio es lo analógico, el nuevo espacio es lo digital". Y la prueba de que algo ha cambiado es que a día de hoy han conseguido más de 2 millones de euros de fondos públicos. Aunque las diferencias con su principal competidor SpaceX son colosales, los chicos de Musk consiguieron solo en 2015 1.000 millones de dólares de financiación, procedentes de Google y otros inversores, y cuentan con 4.000 empleados. PLD Space aspira a tener 30 ingenieros próximamente. Les deseo mucha suerte, por echarle tanto entusiasmo e imaginación.

Lo que puedes aprender es lo que te hace imprescindible

Cada día nos desayunamos con una nueva noticia que nos cuenta como están cambiando los negocios, el entorno laboral, la educación, el mundo en general… Nada parece estar a salvo de esta continua transformación y entiendo que para algunos pueda resultar un tanto estresante. Sobre todo para los que han vivido una vida ordenada y sin demasiados vaivenes. Para los que llevamos así desde siempre, es como son las cosas.

Te voy a contar un par de secretos. El primero es que los programadores o informáticos no están a salvo de ser reemplazados por la tecnología. De hecho es lo que viene ocurriendo en este negocio desde que empecé, allá en la época previa al MS-Dos. Los informáticos siempre están inventando cosas para facilitar su trabajo, así que es lógico que algunos se dediquen a hacer herramientas que mejoren el rendimiento de otros profesionales de las tecnologías de la información. En esta competición de hacerlo más fácil, antes o después sobrarán manos o cabezas, y estos tendrán que reciclarse o dedicarse a otra cosa.

En el mundo de los negocios, da igual que seas el dueño de una PYME o un freelancer recién llegado, sucede algo parecido. En este caso son las demandas de los clientes, la automatización de procesos y cómo lo resuelven algunos de los competidores, los encargados de meter la presión. De nuevo hay que ingeniárselas para seguir adelante y superar a los rezagados.

En ambos casos la solución es la misma para profesionales y empresas: seguir en la carrera, descubrir, entender, llevar a cabo ideas que la mayoría no son capaces de poner en marcha. ¿Por falta de capacidad? No estoy seguro, pero creo que no. Pienso que todo el mundo es capaz de hacer prácticamente cualquier cosa. Solo hay que desearlo lo suficiente y encontrar las herramientas para hacerlo.

Por tanto lo que te hace imprescindible no es lo que sabes, es lo que puedes aprender. Lo que te permitirá triunfar no es lo bien que hagas las cosas ahora mismo, es la capacidad para ver cómo mejorarlas o llevar a cabo proyectos que tal vez no tengan nada que ver con tu trabajo actual.

Los clientes necesitan ayuda, ¡esto de lo digital va demasiado rápido!

No es complicado aprender la técnica que rige el mundo digital, es una cuestión de tiempo ¿tienes de 3 a 5 años…? es broma, aunque no del todo. Lo que en realidad cuesta un poquito más, a algunos nos está llevando toda la vida, es mantenerse al día en la competición digital. Ver como jóvenes en los veinte y treinta y tantos se bajan del tren da que pensar… ¿tiene lógica la manera en que estamos construyendo este mundo? Acabarán jubilándose a los 35, después de 10 años de dedicación a la sociedad, como en la mejor ciencia-ficción.

Y es que la técnica te indica como ir de A a B y llegar hasta J, lo que en muchos casos no está escrito en ningún sitio son los pasos para llegar hasta B y la vuelta enorme que hay que dar para unir tan solo esos dos puntos. El consumidor no es como era, no busca el mismo tipo de información y no se quiere relacionar de la misma forma con sus proveedores. Si las marcas mejor posicionadas tienen que pelear cada día por el lugar que ocupan ¿qué crees que tendrá que hacer una empresa casi desconocida, un profesional que está empezando? Seguramente un par de cosas más.

En un escenario tan demandante a causa de la competencia y los propios consumidores, es obvio que existen enormes oportunidades: los pequeños se quedan sin aire por el camino, los grandes no reaccionan a la suficiente velocidad o simplemente no saben. Oportunidades, oportunidades y más oportunidades. Pero ¿cómo podemos aprovecharlas?

Cómo decía en un artículo anterior con algún tipo de plan, para empezar. Después es posible que tengas que variarlo cada dos líneas, pero tendrás una hoja de ruta, un lugar a dónde quieres llegar. Y luego delegar mucho, dejando todo lo que no tenga que ver con tus tareas de alta prioridad en manos de profesionales, rodeándote de la gente adecuada. No importa que seas un profesional autónomo, un pequeño empresario o el directivo de una PYME, tienes que planificar y delegar en aquellos que te ayuden a conseguir tu objetivo.

Unas clientas me decían el otro día que habían aprendido más de nosotros en una reunión de dos horas, que en los varios años de trato con todos los demás "profesionales" con los que habían tenido trato. Además de hacerme sentirme muy bien, me llevó a otra reflexión sobre cómo se están planteando las cosas desde esos ámbitos profesionales, y en ser consciente de que algo está fallando. Porque yo lo único que hice fue intentar ayudarles a concretar algún objetivo, para que pudiéramos definir un plan. Los clientes están perdidos, necesitan nuestra ayuda y no podemos plantear todo comos si fuera una pócima mágica o como conseguir ser el rey del universo en 7 pasos. Eso no es factible la mayor parte de las veces y los que consiguen hacerlo funcionar es porque han quitado, añadido o creado rutas alternativas, que no tienen nada que ver con la receta original. Existen esquemas estándar que pueden funcionar bien para lo básico, pero para cualquier tema serio hay que ayudar a los clientes a implementarlas. Son demasiadas cosas para hacer y todo va demasiado rápido.

 

La carrera espacial privada

Y a ti ¿qué te parece la nueva carrera espacial en la que estamos inmersos? Ahora Lockheed quiere estar en Marte en 10 años, todos los gigantes de la tecnología pujan por ese nuevo mercado que cada día parece más accesible, casi puede adivinarse el gesto avaricioso: mi espaciooo… La tecnología que desarrollan va orientada a abaratar la puesta en el espacio de cargas y seres humanos. ¿Tanto esfuerzo para llevar algún satélite y que los ricos vean la tierra desde arriba? Me parece que no.

Una empresa española, ubicada en Elche, PLD Space, desarrolla un motor de cohete en el aeropuerto de Teruel, para la puesta en órbita de microsatélites, utilizando cohetes reutilizables, igual que Space X o Blue Origin. Ciertamente no es comparable a lo de ir a Marte, pero por algún lugar se empieza. Ya sería destacable que la iniciativa privada logre algo que no pudo la pública en España.

Aunque lo que me llama la atención no son estas anécdotas, lo que despierta mi imaginación es el porqué de esta carrera justo ahora. Obviamente porque la tecnología lo permite y eso ya daría para que alguno se liase la manta a la cabeza, pero cuando son actores tan importantes los que están tras todo esto, es para pensar que hay mucho más. Creo que la oportunidad existente, con las que previsiblemente se presentarán a lo largo de la próxima década, nos sitúan ante una competición similar a la de las empresas que cruzaban el Atlántico en los siglos XVIII y XIX, las de las compañías de ferrocarriles que unieron las dos costas de Estados Unidos o tantas otras a lo largo de la historia. Los mejores posicionados optan a un premio casi increíble: el universo. Se trata de lograr el dominio de tecnologías, pero también de rutas de transporte, del comercio, de la mineria. Del poder sobre lugares que jamás ha pisado el hombre. Y si eres ambicioso, si consideras que tu tiempo por aquí será largo, algo cada vez más posible, pensar en el premio gordo. Porque dentro de 50 ó 100 años la ciencia habrá avanzado otro poquito, los sistemas de impulsión algo más y lo que hoy nos parece ciencia-ficción, entonces será como ir a Sevilla en el AVE.

Sin echarle mucha imaginación, sabemos que este siglo vamos a ver avances impresionantes también en los viajes espaciales, algunos lo verán. Hace un par de siglos llevaba varias semanas cruzar el Atlántico, hoy son suficientes unas pocas horas yo pronostico que en el espacio ocurrirá lo mismo, en cuestión de décadas. En la segunda mitad de este siglo será posible llegar a Marte en unos pocos días. La colonización llevará algo más de tiempo, pero de que veremos establecimientos estables en el planeta rojo estoy absolutamente convencido. Pero esa, con ser una parte importante de la historia, es solo el principio, porque la apuesta es mucho más ambiciosa. Y sino al tiempo.

Imagen: Space launch system after launch

¿Una sociedad mejor con menos trabajo?

Hace unos meses comencé a escribir un artículo sobre el papel que los robots iban a representar en el futuro inmediato: qué situaciones ibamos a vivir, porque sería de esa manera, repasando el estado del arte de la robótica actual y que podíamos esperar a 10 ó 15 años vista. En estos temas un par de lustros es como hablar de otro siglo, debido a la velocidad de las transformaciones. Tras unas semanas lo dejé porque no podía dedicarle todo el tiempo necesario para ofrecer una visión suficiente, algo preciso y útil. Y no pude lograrlo porque esto daba para un libro o varios, cada día encontraba nueva información que me obligaba a reescribir el artículo, y no era el momento de ponerse con algo más ambicioso. No descarto terminarlo.

La información sobre la robótica avanza a un ritmo díficil de seguir hasta para los profesionales de la materia. Pero es que nos pasa con los robots, con la inteligencia artificial, la nanotecnología y muchos otros campos de la técnica relacionados. Por supuesto también ocurre con otras áreas relacionadas con la ciencia o cualquier otro tipo de conocimiento. Somos muchos creando pequeñas cosas, que de alguna forma afectan al conjunto. Por eso en lo que se refiere a la tecnología, el nivel de retroalimentación existente y la capacidad de ir sumando pequeños avances, son los causantes de los grandes saltos que vivimos, pero que suceden cotidianamente.

La tecnología se implanta en nuestras vidas tan poco a poco, que apenas nos damos cuenta de cuando un ordenador pasó de ser algo imprescindible, a algo casi secundario para unos o completamente inútil para otros. Porque la potencia de proceso, las aplicaciones y capacidad de comunicaciones que necesita la mayoría, ya están más a mano en una tablet o un teléfono móvil. Mañana lo estarán en un reloj o cualquier otro soporte, y pasado en dispositivos integrados en nuestros propios cerebros.

Entonces, si es esta la situación, si la vida o la tecnología o lo que sea avanza tan rápido, ¿de qué forma podemos aprovechar la experiencia adquirida? Algunos llevan décadas relacionándose con esta realidad en constante cambio, no con la magnitud con la que la vivimos en la actualidad, pero si al menos con una visión diferente a la de la mayoría, lo que les ha permitido sacar algunas conclusiones.

La primera es que el tanto el tiempo como la capacidad de aprendizaje de las personas es limitado. La salud física y mental de la mayoría no es capaz de soportar semejante ritmo.

La segunda es que las máquinas cada vez harán más cosas por nosotros, en el día a día, realizando tareas que incluso hace poco nadie se hubiera planteado. Por tanto serán necesarias menos personas para hacer trabajos para los que hasta ahora eran imprescindibles. De hecho, lo más probable es que la producción se multiplique gracias a las máquinas, como ha venido sucediendo hasta ahora: tendremos más vestidos, más gadgets y más alimentos. En algún momento de este recorrido resolveremos el problema de la energía.

En lo que las máquinas no pueden reemplazarnos, de momento, es a nivel creativo. Seguiremos creando, inventando, y al menos por algún tiempo, el campo de las ideas seguirá siendo exclusivo del ámbito humano. Por tanto para ser más productivos para la sociedad, tendremos que trabajar de forma menos intensa, durante menos tiempo y, en la medida de lo posible, realizando tareas intelectuales que no podrán ser hechas por las máquinas.

Planteo esto de una forma práctica, totalmente alejada de planteamientos políticos. De hecho, creo que hasta los partidos conservadores deberían apostar por este cambio. El primero que lo haga en términos creíbles ganará esta batalla, no es una forma de dar alas a aquellos que preferirían no hacer nada. En la situación actual posiblemente las rentas básicas tengan bastante sentido, aunque no se trata tanto de repartir el trabajo, como de que seamos más eficientes realizándolo. Y eso tendría como consecuencia replantearse el modelo social por entero.

Es posible que en muchas profesiones con trabajar 10 años a fondo sea suficiente, que en otras sean 15 ó 20, pero lo que parece que no va a tener sentido es que ciertos profesionales puedan trabajar 35 ó 45 años con el nivel de exigencia actual. Y eso no quita para que el que quiera y pueda trabajar durante más tiempo lo haga. Como si quiere seguir en la brecha a los 90, es una decisión individual y de su propia capacidad.

Vemos continuamente en las redes sociales, en los blogs, cómo muchos prejubilados o personas que cobran una pensión hace tiempo siguen activos, compartiendo sus inquietudes y experiencias. Sabemos que siguen leyendo, aprendiendo continuamente y lo único que deberíamos hacer es facilitarles cauces para que puedan participar más y mejor.

Los individuos estamos cambiando a un ritmo acelerado, el futuro modificará las reglas del juego sí o sí, así es que la duda no es si las sociedades lo harán, que también, sino cómo y cuándo ocurrirá.

 

¡Necesitas un plan digital!

Las empresas quieren estar en los primeras posiciones en los buscadores. Los directivos quieren vender online más que sus competidores. Objetivos lógicos, razonables. ¿Te has preguntado alguna vez cómo se consigue lo primero y se convierte en lo segundo?

Para convertirse en una empresa digital, algo que tiene que hacer prácticamente cualquier compañía del mundo, hay que dar unos cuantos pasos, desearlo muy fuerte ayuda, pero no es suficiente. Entrar en el siglo XXI por la puerta grande implica deseo, sí, pero hay otro ingrediente aún más importante: definir un objetivo estratégico. Algo tan complejo como preguntarse ¿dónde quiero estar dentro de dos años? ¿qué quiero que haga mi compañía en 5 años? Encontrar una respuesta a estas preguntas es básico.

Los grandes objetivos, los planes estratégicos, después se desgranarán en etapas, en pasos a seguir. Y en un punto de ese recorrido, concretamente al principio, está la creación de una estrategia digital, dentro de la cual definiremos presupuestos y lo que haremos a nivel de marketing online. Aquí se puede incluir una partida para posicionamiento en buscadores, el famoso SEO; otra para anunciarse en diferentes medios online, SEM, PPC…; el email marketing para llegar a nuestros fieles seguidores; las redes sociales para sumar más interesados… Y tantas otras cosas más.

Gastar en marketing digital sin objetivos bien definidos a medio y largo plazo, es una inversión que la mayoría de las veces es una pérdida de tiempo y dinero. Por eso es necesario trazar un plan adecuado. Son procesos que hay que planificar y desarrollar adecuadamente, porque conllevan el esfuerzo de numerosos departamentos e implican a una multitud de profesionales. Hay que afinar muchas cosas en la web, la tienda online, los blogs, en la automatización de procesos, la comunicación con los clientes por los diferentes canales… Todo cuesta mucho, aunque para mí, el coste económico es secundario: lo que no puedes recuperar de ninguna forma es el tiempo invertido, el famoso coste de oportunidad.

Cuanto más pequeño sea tu presupuesto más importante es que lo gastes bien. Habla con algún profesional que entienda de negocios y conozca el mundo digital, por ejemplo yo mismo. Hasta el próximo capítulo.

¿Por qué hay que ser relevantes en el mundo digital?

En una época de elevator pitches explicar de una forma cautivadora de qué va eso de la estrategia e identidad digital no es fácil. Debo ser torpe, seguro que hay alguien que lo hace mejor que yo, pero explicarlo en menos de 30 segundos es algo que aún no he conseguido. Lo que si te puedo decir es que hacemos webs para que seas uno de los relevantes. ¿Relevante? ¿Por qué, para qué tengo que serlo? Ahora te lo cuento.

  • ¿Cuál es el objetivo de desarrollar una identidad digital? Que nos vean, que destaquemos y que nos perciban de la forma que nos interesa. 
  • ¿Con qué propósito? Depende. Para una empresa el objetivo puede ser vender más, para una organización aumentar su popularidad, un profesional puede buscar una mayor influencia y un particular buscar trabajo, ser popular o ligar, cada uno tendrá su objetivo. Y cualquiera de ellos puede perseguir todos los descritos y más.
  • ¿Dónde queremos que ocurra? Principalmente en el mundo digital, porque es más eficiente. Cualquier cosa que contemos, lo que compartamos con nuestros clientes o seguidores desde ahí llegará también a los medios offline y a las conversaciones entre individuos, consumidores, ciudadanos…

Por qué apostar por las redes sociales para vender más 

Imagina que vendes coches de alta gama ¿buscarías tus clientes en la puerta de un taller de Mercedes? Es una buena táctica, pero no creo que te lo permitiesen por mucho tiempo. También puedes ir a jugar a un campo de golf y hacerte amigo de potenciales clientes o de aquellos que puedan intermediar para que lo sean. Y si tu negocio fuera la fabricación de juguetes para bebés ¿acudirías a un centro de preparación al parto? Seguro que también funcionaría, aunque asesorate bien legalmente. Contactar con los centros donde acuden, con los médicos, preparadores y dejar tu publicidad allí u organizar presentaciones te daría un buen resultado.

Cualquier acción que te permita acercarte a tus potenciales clientes, debe estar en el eje de tu estrategia comercial. Pero si comparamos la eficiencia de estos métodos tradicionales, con el nivel de segmentación que permiten los medios digitales y los resultados que se pueden conseguir, no hay muchas dudas sobre dónde hay que realizar el esfuerzo. Youtube o Facebook aún no nos posibilite llegar directamente a las embarazadas o a los compradores de coches de lujo, pero si que nos facilitan una segmentación muy precisa de ciertas características de los usuarios. Entre ellos están nuestros potenciales clientes o los que se relacionan con ellos y, a partir de ahí, es posible refinar el proceso hasta conseguir una base de datos muy bien depurada.

Por tanto para una empresa seria, con un proyecto de continuidad, una estrategia que funciona bien es alimentar a ese usuario con información que le haga vernos como una autoridad en la materia, que considere interesante lo que contamos y que cuando vea la oportunidad lo comparta con otros que estén en el punto que nos interesa: comprar. Esta estrategia en las redes sociales puede llevar tiempo, en el caso de algunos clientes años incluso, pero si lo haces bien vas a ser uno de los que estarán mejor posicionados en el momento de la compra.