Cómo está cambiando nuestro comportamiento en Internet

Creo que soy un observador atento de la realidad, especialmente de la digital, pero sobre todo soy mi mejor conejillo de indias. Probablemente no sea demasiado imparcial en las apreciaciones, aunque te aseguro que lo intento. Mis sesgos me limitan como a cualquiera, pero es que tengo una necesidad profesional de mantenerlos bajo control. Si me equivoco en el diagnóstico con los usuarios, no podré identificar sus necesidades y por tanto no sabré resolverlas. Eso y cuatro décadas utilizando cachivaches tecnológicos, creo que me dan una perspectiva suficiente de la evolución digital.

El comportamiento de los usuarios está cambiando

El comportamiento de los usuarios ha cambiado mucho en los últimos quince años, Internet es el principal responsable sí, pero lo que importa es que el proceso se está acelerando. Solo hay que fijarse en las redes sociales y los medios de comunicación, en nuestro entorno, para comprobar como está ocurriendo. Por ejemplo, si te fijas como los niños hacen uso de la tecnología, te darás cuenta de que hay que tomar decisiones rápido, porque ya les resulta laborioso prestar atención en clase, estudiar. Se relacionan de otra forma con la tecnología, están sometidos a una infinidad de información apasionante, que les impacta de forma cautivadora. ¿De verdad esperamos que una clase anodina captará su atención?

Por tanto tendremos que tomar decisiones en la educación, en las normas de comportamiento, lo que pueden o no hacer. Y es aplicable a los jóvenes o a cualquiera que esté "enganchado" a la tecnología e Internet, tanto en el plano educativo, como en el laboral o en el ocio. En unos casos son cuestiones que deberemos evaluar como responsables: padres, tutores, profesores, jefes… en otras será una decisión propia de cada uno.

Cómo nos afecta la tecnología

Es importante comprender como funciona esta tecnología para entender como afecta al comportamiento, como lo modifica. Por ejemplo la necesidad de consultar el móvil con frecuencia, revisar todo rápidamente, al igual que en el ordenador, se traduce al final en una atención superficial a una buena parte de la información que aparece ante los ojos del usuario. Comprender esto es de máxima importancia, crítico, si queremos lanzar mensajes que lleguen a la parte consciente de nuestros potenciales clientes, por ejemplo.

Además también hay que desmontar esa falsa multitarea glorificada, sí amigas ustedes no pueden hacer más de una cosa a la vez, porque el cerebro no sabe poner el foco en dos asuntos simultáneamente. Esas personas que creen atender varias tareas al mismo tiempo, realmente lo que hacen es pasar de una a otra rápidamente. Se ha demostrado en numerosos estudios, por ejemplo conducir y hablar por el móvil no es posible. Cuando se pregunta al conductor y se analiza su comportamiento, comprobamos que algo tan básico, y aparentemente tan automático como hablar, exige casi toda nuestra atención.

El problema es que tenemos mucha información y poco tiempo disponible, por tanto el cerebro intenta ser más eficiente, inconscientemente, y pasa de puntillas por casi todo, apenas le prestamos atención. Cuando encuentra algo de valor tiene que realizar un esfuerzo extra, para concentrarse de una forma que cada vez estamos menos acostumbrados, y hace un sobreescaneado -llamo así al proceso de escanear lo ya ojeado, un doble proceso en el que apenas se salva ninguna información-. Por tanto para centrar la atención hay que dejar a un lado la multitarea y encontrar el tiempo necesario. Al menos para las cosas que importan.

Influencia de la tecnología en niños y jóvenes

Esto es aún más evidente entre los más jóvenes. Desde que nacen estos nativos digitales han cableado sus cerebros de forma diferente. No responden a los mismos estímulos, ni de la misma forma. Aquello que capture su interés tiene que merecerles mucho la pena, no se van a conformar con cualquier cosa. Es más llamativo en los niños y preadolescentes que todavía no han aprendido a simular sus reacciones de forma socialmente eficiente. Si no son capaces de verbalizarlo, van a expresar a las claras mediante su comportamiento que algo no les interesa.

El procesado de la información a estas edades es aún más superficial de lo que era, comparado con niños de las mismas edades hace varias décadas, y puede ir a más, con consecuencias indeseadas. Si añadimos a la falta de experiencia, la ausencia de suficientes datos o elementos comparativos, cultura en definitiva, tendremos individuos más fácilmente manipulables. La eliminación del pensamiento crítico de esta manera, de modelar una capacidad evaluativa, de una forma tan limitante, son cuestiones a tener en cuenta, en muchos aspectos de la vida. Desde consumir, hasta elegir entre opciones políticas.

El impacto de las redes sociales

Las redes sociales no ayudan a corregir esta situación ciertamente. Entregan al usuario solo aquella información que quiere consumir, lo que saben que le gustará. El pensamiento crítico se adormece aún más y termina desapareciendo: solo vemos aquello que encaja en nuestra forma de entender las cosas. Solo lo que nuestros amigos comparten pasará el filtro de Facebook o Twitter, y aparecerá ante nuestros ojos. Obligatoriamente cualquier otra cosa nos llamará poderosamente la atención, a menudo negativamente, y si no coincide con nuestra forma de pensar, con lo que es aceptable de acuerdo con nuestros parámetros, producirá un rechazo casi visceral.

Por eso hemos llegado a un punto de saturación: información que circula más rápido, planteando un millón de variaciones de los mismos temas, una y otra vez, a la que una mirada algo más atenta no le da ninguna oportunidad. Solo lo muy llamativo se salva, por lo que cada vez la información tiene que ser más impactante, tocar fibras más íntimas para alcanzar una atención consciente del usuario, aunque sea por unos breves segundos. De ese brevísimo instante, a veces el tiempo de un parpadeo, dependerá que otorguemos un poquito más de nuestro valioso tiempo. Entrando en una espiral de información que debe recurrir a efectos cada vez más llamativos, como la única forma de poder ser vista y compartida.

El malvado Facebook

Por ejemplo vemos como Facebook están en un cambio constante, ajustando táctica y técnica, también el tipo de información, proponiendo cosas "nuevas". Pero no son más que variaciones del mismo tema, en realidad hay pocas sorpresas. Pero sobre todo la dosis tiene que crecer, la cantidad y frecuencia de determinada información, con el único propósito de mantener la atención del usuario.

¿Acierta Facebook? De forma intuitiva diría que no, pero si miramos la cifras se confirma que es así, que se están equivocando. Estamos ante una saturación, que se traduce en menos tiempo en las redes sociales desde 2012, notable para una herramienta que nos ocupa desde hace unos pocos años. En unos casos es la sensación de lo poco útil que nos resulta, en otros despierta nuestro interés nuevas aplicaciones y en los menos se trata de prestar menos atención a lo virtual, de pasar página. Además la información que llega fácil, no tiene tampoco espacio en nuestros cerebros y se extingue de inmediato, sin dejar prácticamente ningún poso. ¿O sí?

La información desaparece con el mismo poco esfuerzo con el que ha llegado y al usuario le supone un mayor esfuerzo cualquier tipo de interacción. Hay que quedar bien con demasiadas personas, alcanzar un determinado estatus que se mide por el número de amigos, de likes, de comentarios… Y parece que el esfuerzo necesario es excesivo, no le merece "tanto" la pena como hace unos años.

Y esto es aún más apreciable en proyectos profesionales, si hablamos de grupos numerosos o de personas populares. La actividad de los nuevos miembros, los amigos recién llegados, no es suficiente para reemplazar a los anteriores usuarios más activos y motivados. ¿Anuncia el declive de Facebook? ¿De las redes sociales? En alguna medida es posible, pero no van a desaparecer, no cuentes con ello. Simplemente se adaptarán o serán reemplazadas por otras con nuevas funcionalidades, adaptándose a las necesidades que hayan detectado.

Filtrando los contenidos

Los contenidos de más fácil consumo no son la respuesta, si bien la ración diaria de videos crece imparable, de momento. Los usuarios no interactúan de manera más activa con este tipo de contenidos y cuando lo hacen alcanzan rápido el punto de saturación, de nuevo. La espiral efectista, los fakes, la información falsa o sin sentido ocupa cada vez más espacio.

Facebook se pone manos a la obra y propone filtrar los contenidos, eliminar lo que denominan "noticias falsas". Definir lo que es una noticia falsa daría para largo, pero Facebook tiene una demostrada querencia a la hora de decidir lo que sus usuarios pueden ver o no -¿recuerdas la polémica de los pezones femeninos?-. Ya veremos en que acaba, de momento huele a control de la información. ¿Censura pura y dura?

Los usuarios están cambiando muy rápido, y previsiblemente seguirán haciéndolo de formas que hoy me cuesta predecir, considerando los antecedentes. No sé cual es el límite a los contenidos cada vez más fáciles, impactantes y breves. Los gif animados y los videos de segundos no sirven para transmitir cualquier idea. Las consecuencias creo que las vivimos desde hace años: menor capacidad de aprendizaje, una cultura general más flojita e incapacidad para comunicarnos de forma eficiente.

Así somos los usuarios, esas son las tendencias, algunas predicciones, y con todo ello debemos trabajar. Hasta la próxima.