¿Más tráfico es igual a más ventas en tu web?

Hay dos peticiones que escucho frecuentemente a los clientes: quiero una web dinámica y quiero atraer mucho tráfico. El primero es bastante más fácil de decir que de explicar, por lo que he comprobado. Y no hay dos casos iguales, para cada persona una web dinámica es algo diferente.

Pero lo que obsesiona a muchos clientes es atraer más tráfico hacia su web. Y esto pasa tanto con los más novatos que nunca han tenido una, como con muchos que han conseguido colocar su página en las primeras posiciones y hacer negocio con ella.

Que los primeros lo puedan ver así tiene algún sentido, que los que ya han conseguido vender estén anclados a ese tipo de planteamientos, no lo tiene y además suele ser un gravísimo error enfocar así el problema.

Veamos un par de ejemplos:

Tenemos una campaña de 1.000.000 de impactos. 
Un 5% hacen clic, 50.000, con un coste de 1 euro por por clic, 50.000 euros.
El 1% de éstos compra, serían 500, un producto que vale 100 euros, 50.000 euros.
La campaña, gastos generales u otros costes aparte, no ha generado ningún beneficio.

Ahora supongamos que realizamos acciones de mejora y que multiplicamos por dos los resultados:

Consegimos 1.000.000 de impactos.
Un 10% hacen clic, 100.000, con un coste de 50 céntimos, 50.000 euros.
El 2% compra, serían 2.000, el mismo producto de 100 euros, 200.000 euros.

¿Es el tráfico a lo único, o lo más importante a lo que se debe prestar atención? Obviamente no, porque mientras que en el primer caso solo cubríamos el coste de la campaña, en el segundo hemos obtenido un beneficio bruto de 150.000 euros.

Ahora supongamos que vamos un poco más allá y que en el segundo caso, además, definimos productos para llegar a más clientes, con lo que conseguimos multiplicar por dos, podría ser por mucho más, el número de ventas gracias a contar con un producto más barato.

De los 100.000 que han hecho clic, compra el 4%, 4.000.
El 90% de éstos compran un producto de 50 euros, 180.000 euros.
El 9% compran uno de 500 euros, 180.000 euros.
El 1% compran uno de 5.000 euros, 180.000 euros.

En este caso las ventas ascenderían a 540.000 euros con varias ventajas:
Has multiplicado por 8 el número de compradores respecto del primer supuesto.
Estás acumulando clientes que pueden contratar más adelante el producto B o el C.

Y aún hay formas de atraer a más clientes y conseguir mejores resultados. Pero para saberlas tendrás que torturarme o contratarme. De ser posible la segunda por favor 😉

Solo hay un caso en el que tiene sentido lo de buscar más tráfico: si tu web está superoptimizada. Pero aún así seguiría viendo la forma de afinar los procesos. Si tienes esta experiencia estoy seguro de que eres consciente de los sorprendentes resultados que consiguen algunas mejoras. Pero eres un experto y seguro que sabrás encontrar el equilibrio.

Ahora ya tienes la idea. Hay muchas razones para optimizar los procesos y no pelear solo por el tráfico, o gastar más dinero en publicidad sin más. 

 

¿Cuánto cuesta una página web? Depende

Vale, me ha salido un poco gallego, pero es cierto. Y depende fundamentalmente de dos factores: el proveedor y el tipo de página.

El primero determina las tarifas con las que trabaja y el tipo de encargos que puede realizar. Algunos solo hacen trabajos simples, otros no aceptan trabajos por debajo de una cierta cantidad. En Internet te encontrarás empresas que tienen un mínimo de 3.000 o 5.000 euros. Estos son buenos proveedores, tienen claro lo que ofrecen y lo que vale. Aunque para mi gusto un poco inflexibles, porque todos los trabajos no son iguales.

El segundo punto, el tipo de página que necesitamos, es si cabe más importante. Si bien estamos en una época en la que la presión económica es muy fuerte, lo cierto es que unos trabajos toman más tiempo que otros. Veamos algunos ejemplos reales:

Pongámonos que el proveedor soy yo, que me conozco bastante bien. Si me llega un cliente que me trae contenidos, fotos, logo y le vale con una web de una página, esto le puede costar incluso menos de 100 euros. Como dice una amiga más barato que en Marruecos 🙂

Ahora bien ¿qué sucede si no tiene los contenidos, si necesita alguna idea, si quiere que le ayudemos a mostrar su mejor cara y lo más importante de todo: orientar todo para que la web sea un instrumento de venta? Que vamos sumando, invertimos más tiempo, de personal más cualificado y el coste sube.

Una web básica con todas esas características se puede mover entre 500 y 1000 euros. Si añadimos programación, incorporamos módulos que ayuden a automatizar procesos, en resumen, hacemos todo lo necesario para vender más y ser más eficientes, el precupuesto normalmente se puede situar entre los 1.200 y 2.500 euros.

En cualquier caso lo fundamental en un proyecto web comercial, es crear algo que permita conseguir los objetivos. Da igual la cifra invertida si no funciona, no funciona, aunque hay bastantes más posibilidades de equivocarse con un proveedor barato.

 

La transformación digital es fácil ¿amas a tu cliente?

Me paso todo el tiempo haciendo básicamente lo mismo: inventando artefactos digitales. Buscando como hacer algo en lo que están implicados los usuarios y la tecnología, que no estamos seguros de que pueda hacerse, pero por alguna razón debe ser hecho. Un puzzle en el que suelen faltar piezas que deben inventarse. Cada día un nuevo reto apasionante.

Y eso en lo que ya llevo liado una temporada, más de 20 años, es un ejemplo de la transformación en la que acabarás también embarcado indefinidamente, a no ser que te dé por el autoconsumo de tomates y ver la vida pasar, que también es una buena opción. Si no es así, bienvenido a la transformmación digital, que la están llamando algunos. Para mí simple sentido común adaptado a los tiempos.

La transformación digital la oportunidad de las PYMEs

Y aunque estos temas tecnológicos puedan parecer incomprensibles, es mucho más fácil de lo que parece. Lo básico: la tecnología no va del hardware, el software o la última novedad técnica, va sobre todo de personas. De cómo los seres humanos sacamos partido de ella, de cómo interactuamos y de qué forma va a hacer más fácil tu vida.

Luego hay más, bastante más: por qué se eligen unas en lugar de otras, qué funciona mejor, qué es más adecuado en cada caso… Pero eso es como lo de los coches, no necesitas ser ingeniero para hacerlos, saber mecánica para repararlos y ni siquiera tienes que saber conducir. Con que sepas que existen diferentes tipos de vehículos de motor, que pueden llevarte de A a B es suficiente.

Entonces, si partimos de la misma regla de tres, llegamos a la conclusión de que el usuario es la pieza más importante de la transformación digital, aunque la tecnología tenga un papel tan importante en este momento, somos los individuos los que le damos sentido. Una participación, la del usuario, que para muchos será obvia, pero a menudo no se tiene en cuenta. Incluso se les olvida a las grandes empresas, tardan años en responder, y cuando lo hacen se equivocan una y otra vez. ¿Cuánto tiempo le ha llevado a El Corte Inglés creerse lo del comercio electrónico? Más de una década. Esta desorientación supone una enorme ventaja para tu pequeña o mediana empresa.

Los pequeños negocios y los profesionales, tienen un tipo de relación con los clientes al que no pueden aspirar las grandes corporaciones. Ellos tienen demasiado personal, infinidad de capas, más y más departamentos, estructuras rígidas que les colocan muy lejos de los consumidores. Algo que las PYMEs con su agilidad pueden aprovechar, y en estos tiempos merece la pena estudiar cualquier ventaja, porque los grandes están espabilando.

Esa es la actitud: estar pendiente de los usuarios. Todo el día y en todo momento. La tecnología nos ayuda, los sistemas nos permiten interactuar con ellos prácticamente 24 horas al día. Solo falta el empuje emprendedor de un líder con visión, tomar la decisión y ver como poner todo esto en marcha, con un enfoque lo más abierto posible.

Porque la vida está muy compartimentada. Los técnicos ven las cosas desde el prisma de la tecnología; los de marketing a menudo se centran demasiado en campañas, datos y métricas; mientras que los directivos y propietarios a veces se preocupan más las inversiones y los beneficios, que del futuro de sus negocios. Y todos tienen razón, al menos en parte, pero esto va de personas. Individuos especiales, únicos a los que no nos gustan las rigideces, que nos encajen o cataloguen, que nos digan cuándo o qué tenemos que comprar.

Los que rompen el molde podrán ganar, siempre que el cliente sea su principal prioridad. Los que no saben o no encuentran la forma, es hora de que busquen ayuda. Si estás cansado, todo esto te pilla a trasmano, tal vez sea el momento de dejar los negocios, y hacer caja, porque en el siglo XXI el poder del usuario irá a más, y el valor de las empresas que no sean capaces de atenderles irá a menos, puede que en cinco años ya no puedas hacerlo. Vender mientras puedes es también una magnífica estrategia.

El papel del usuario en la transformación digital

Hoy me postulaba para un proyecto y destacaba los que considero son los principales elementos de una transformación digital exitosa: los usuarios y las organizaciones. Y con las segundas me refiero sobre todo a las personas que forman parte de ellas. Da igual lo que vendas, lo que inventes y el dinero que inviertas en el proceso, si ambos grupos no están sintonizados no va a funcionar.

Me recuerdo escribiendo y contando cosas parecidas hace 10 ó 15 años. Y sigo encontrando parecidas resistencias, la impresión de que tampoco es para tanto y que no hay prisa, de que los clientes exigen mucho y pagan poco. Pues céntrate en lo que te cuenta el usuario, porque aún van a pagar menos y demandar más. Ellos tienen el control, la capacidad para comprar, son los que deciden y cuentan con ingentes cantidades de información, una miriada de herramientas para decidir a quién entregarán su dinero.

Y de todas las que tienen a su disposición sin duda la más importante es el conocimiento colectivo, muy diferente del de hace una década. Este conocimiento es lo que ha transformado en los últimos años la forma en que se hacen y entienden los negocios.

Que se espera de la organización en la era digital

La otra pieza en la transformación digital es la propia organización que quiere ganar dinero. En muchos casos se conforma solo con seguir adelante. Pues no es suficiente, hay que ponerse a la cabeza, superar a la competencia, para garantizar la continuidad de tu proyecto. Solo hay espacio para los que sepan desbancar al resto, conseguir sus negocios, absorberles.

El primer objetivo, y el más importante que debemos lograr en las organizaciones, es extraordinariamente simple de entender, aunque complejo de llevar a cabo. Se trata de poner el interés del usuario, sus necesidades, como la única meta que realmente importa para todos los que trabajan en el proyecto.

Hay organizaciones que tienen una mentalidad alejada del usuario, áreas enteras que tienden a ver al cliente casi como una irregularidad que distorsiona su actividad. Esto tiene que cambiar inmediatamente.

Y la forma de lograrlo es poner a todos en contacto con el cliente y que comprueben la evolución, que vean los resultados, que aprecien las ventajas. No es algo que se pueda conseguir de un día para otro, puede tomar incluso años, pero la tecnología está ahí para ayudar. La información también, hazla circular, que llegue a todos los departamentos. Todos deben ser responsables de la satisfacción del cliente, de ofrecerles mejores soluciones, de proponer nuevos servicios que no dejen espacio a posibles competidores.

Luego viene todo lo demás cómo organizar esa información, cómo distribuirla, participar de una forma más activa en los medios digitales, ver cuáles son las oportunidades, cómo podemos destacar, definir planes estratégicos, innovar, automatizar, etc. Todo lo que da forma a la estrategia para desarrollar tu identidad digital y que te transformará en un líder. 

Todo lo que necesitamos es amor

¿Te aman tus usuarios? Y tú, ¿estás enamorado de ellos? El amor no es algo con lo que se pueda engañar mucho tiempo ¿no crees? Pero si lo tienes claro y tu equipo está por la labor, has resuelto lo más importante.

Porque la transformación digital al fin y al cabo trabaja con el más analógico y emocional de las piezas, que compone el proceso de negocio: los seres humanos. Por eso el amor es un ingrediente tan importante.

Así que si tienes una PYME lo tienes fácil: el cliente primero, siempre primero. Enamórale.