En el mundo digital se han desarrollado algunas de las aventuras empresariales más importantes de todos los tiempos. ¿Quién hubiera apostado hace 20 años que habría marcas que conseguirían casi tantos usuarios como Coca Cola? Facebook, Google y otras lo han logrado. En la actualidad 2018 los usuarios de las redes sociales superan los 3.000 millones. Es algo que han conseguido en muy poco tiempo y nadie duda de que van a por todo el pastel en los próximos años.
¿Quién habría imaginado que en una década, una empresa que apenas era más que un proyecto de un par de amigos en un apartamento, pasara a contarse entre las más valiosas del mundo? Son varias las que lo han logrado. Y esa es la magia de este negocio: el factor multiplicador del valor de algo casi intangible, como son los ceros o los unos.
Pero eso sucede en Estados Unidos, principalmente. Hay algunas iniciativas en el mundo anglosajón y otras en Oriente. Por estas tierras, teniendo el segundo idioma más hablado del mundo, cuesta un poco más. El problema de los latinos es que, salvo excepciones, no nos lo acabamos de creer, no hacemos todo lo necesario para competir en el ecosistema digital. Puesto que no es complicado, sería interesante saber qué nos diferencia de los demás.
Por ejemplo, en España el tamaño de las empresas es mucho menor que el de nuestros vecinos del norte. De acuerdo con las cifras, somos menos competitivos y enfocamos la mayor parte de nuestro esfuerzo en los servicios. Nos falta combustible, la inversión, tanto pública como privada y, en general, sacamos menos rendimiento. Y sin embargo, somos un país rico con iniciativas de lo más interesantes y gente con muchísimas ganas. Sería fantástico que aún fuéramos más los que emprendemos y apostamos por aspirar al premio gordo.
Una buena parte del ecosistema digital está cambiando, sin que esté demasiado claro por donde evolucionará. Por eso mismo, éste es otro de esos momentos especiales lleno de oportunidades para los que logren recoger con energía el testigo.
Estamos en los inicios del aprovechamiento en los negocios de las tecnologías relacionadas con la AI, inteligencia artificial. Significa que habrá muchos cambios y que ocurrirán muy rápido. Algunos de los paradigmas con los que operamos en Internet desde hace dos décadas van a verse transformados por completo.
Con la llegada de los móviles y las tablets pasamos a una Internet eminentemente móvil. Desde aquella que consultábamos solamente desde los ordenadores. La incorporación del reloj inteligente, smartwacht, y los wearables, otros dispositivos que llevamos encima, como las gafas o prendas inteligentes, ha supuesto un paso de gigante.
Casi todos los dispositivos coinciden en un interface eminentemente visual, porque vemos lo que hacemos. Pero ahora se le dará otra vuelta de tuerca y tendremos desde dispositivos en los que no habrá interacción mediante la vista, la voz y el oido serán los interfaces habituales en poco tiempo, a aquellos que tienen que ver con la IoT, Internet of Things, Internet de las cosas. Dispositivos con los que podríamos no interactuar de ninguna forma, porque se dedicarán a "hablar" entre ellos. Un escenario apasionante para el que tenemos que estar preparados.
Te interesa por: Al llevar más de 20 años en el negocio de Internet he vivido bastantes cambios y trabajado con muchos tipos de clientes y usuarios. Los conceptos que se han ido incorporando desde hace quince años, principios de la década, son incomprensibles para muchos "profesionales". Para alguien que ve una página web como algo estático, el concepto móvil o responsivo es muy difícil de asimilar, pedir que se comprenda una Internet que a veces es visual y otras no, es algo que nos cuesta asimilar a la mayoría. Los niveles en los que hay que moverse son cada vez más especializados. La competitividad no admite medias tintas, ni experimentos. El "Me lo hace mi primo que es ingeniero o diseñador y sabe mucho de todo esto", debería estar absolutamente desterrado de cualquier estrategia digital que aspire a no malgastar el tiempo y los recursos económicos. Es un consejo.
Imagen: Pascal Swier